03 julio 2006

 

Código de conducta

La palabra más frecuente en boca de los visitantes y moradores a quienes Tunquén ha envuelto en un encantamiento nada de explícito, pero sin duda, profundo, es la palabra paraíso. La pureza del lugar despeja en el alma las contaminaciones habituales y genera con espontaneidad esa vivencia simple, inocente, feliz, que nos hace recordar el Jardín original.

Pero, a diferencia de los paraísos ideales que a la mente le gusta detalladamente diseñar, Tunquén es un paraíso muy real. Imperfecto, vivo, cambiante; hecho de tierra y de tiempo. Si elegimos estar ahí, no podemos evitar una responsabilidad evidente: hacernos custodios de un paraíso vulnerable.

Una responsabilidad que el corazón conoce bien, porque sabe que cada roca, cada arbusto, cada playa, quebrada o promontorio, y cada una de las criaturas que los habitan, participan de ese milagro que llamamos ecología. No dañar, no contaminar, no dejar huella alguna, es simplemente el fluir obvio de esa conciencia emocionada.

Sabe también el corazón que los paraísos son realidades compartidas, y construye, celebra, descansa, cuidando la paz de su vecino, que es su propia paz. Sabe que estamos juntos en territorio sagrado.

Gonzalo Pérez.


I. Introducción.

Con estas palabras de uno de nuestros moradores, la Junta de Vecinos de Tunquén te invita a compartir y suscribir estas prácticas y conductas, tanto en La Boca, como en El Rosario y Punta del Gallo.

Quienes hemos elegido este pedazo de litoral para armar nuestras residencias o para refugiarnos temporalmente, aspiramos a una forma de vida que armonice con la identidad natural que aún conserva, con la belleza de sus sonidos y su paisaje abierto.

En concordancia con esa aspiración esencial, estamos empeñados en la subsistencia de una comunidad que promueva el respeto de dicha identidad medioambiental, tanto mediante el uso de mecanismos alternativos de generación de energía, y su utilización a una escala compatible con dichas finalidades, como con el empleo de las medidas que permitan la mantención de los niveles de contaminación visual, auditiva y lumínica que hacen de Tunquén un lugar privilegiado para el encuentro con la naturaleza.

Esta armonía no se completa sin el respeto por nuestros vecinos, la valoración de nuestra interdependencia y de la responsabilidad que nos corresponde, máxime si compartimos un interés vital en el territorio que nos reúne, su desenvolvimiento cotidiano y su futuro.

Estamos convencidos de que estos objetivos no pueden ser alcanzados sin el compromiso y participación de todos para el bien de toda nuestra comunidad.

II. Respeto del entorno natural: vida y paisaje.

La observancia de los principios señalados impone la necesidad de respetar el entorno, especialmente la configuración de nuestro paisaje costero extenso y limpio, de manera que entendemos como un imperativo conservar su originalidad al planificar la construcción de nuestras casas u otras instalaciones.

Dichas intervenciones deben tener en cuenta la preservación de las características del terreno, así como la flora y fauna nativas, procurando que las especies introducidas armonicen en compatibilidad, altura y características con la escena natural ya descrita. Las mismas consideraciones forman parte del respeto que merecemos todos los residentes de Tunquén en orden a disfrutar del paisaje y sus vistas.

Asimismo, resulta indispensable el uso racional de las napas subterráneas, puesto que toda la comunidad se nutre de las mismas fuentes, especialmente por cuanto el agua escasea en los períodos secos. Iguales circunstancias fundamentan la necesidad del mayor cuidado en la instalación y mantención de pozos sépticos.

También debe ser mencionada la necesidad de disponer adecuadamente de los residuos domiciliarios, cuidando los aspectos ambientales y de salubridad tanto como los estéticos, en colaboración con la Junta de Vecinos y la Municipalidad.

III. Relaciones de vecindad: el valor del otro, o el otro como valor.

La armonía de la vida en Tunquén pasa necesariamente por respetarnos y colaborar con las iniciativas tendientes al bienestar de nuestra comunidad.

El gran espacio parcelado en que habitamos incluye la existencia de áreas comunes, las cuales están sometidas a un régimen de uso no exclusivo, como las calles o los accesos a las playas.

Ninguna persona debe intervenirlas en modo alguno sin el acuerdo de la Junta de Vecinos -que representa los intereses de la comunidad- aun cuando haya acuerdo entre los propietarios más cercanos a la zona respectiva, salvo, por cierto, que ello sea necesario a efecto de paliar una emergencia, y sólo mientras ésta dure.

Es necesario que las personas que transiten por dichos espacios comunes no pongan en peligro o perturben a los residentes con la velocidad o ruido de sus vehículos, ni recorran con ellos las playas. Las dañan y nos dañan.

Las velocidades inadecuadas son un serio riesgo para todos. Las estelas de polvo provocadas por los vehículos afectan la limpieza y el bienestar de los hogares, y ello disminuye nuestra calidad de vida. Un peatón o ciclista merece el mayor respeto: no los desconozcamos, no los ensuciemos, cuidémoslos. Somos nosotros.

Todos valoramos el paisaje original y abierto de Tunquén, y no queremos perder nuestras vistas por la plantación desconsiderada de árboles altos o la construcción de casas o instalaciones de elevación inadecuada, y tampoco el silencio y quietud de que todavía gozamos, por el abuso de horarios y períodos destinados al uso de generadores eléctricos.

El respeto por nuestros vecinos y la valoración de nuestra convivencia se manifiesta en la tenencia responsable de animales domésticos, debidamente alimentados y vacunados, que no impidan agresivamente el libre paso de los peatones por las calles, y que no se bañen, por bien cuidados que se encuentren, en las mismas aguas detenidas o semidetenidas en que lo hacemos nosotros y nuestros hijos.

Los residentes no deben efectuar en sus parcelas actividades productivas o comerciales que atraigan público, puesto que ello ocasiona un movimiento continuo, ruidos y otras molestias que se contradicen con la forma de vida que queremos mantener.

Es de gran importancia que todos participemos de las decisiones que tome la comunidad organizada, asistiendo a las reuniones, colaborando, y, por cierto, pagando las cuotas comunitarias, que se usan exclusiva y totalmente en bien de todos. No debemos esperar invitaciones especiales: es responsabilidad de cada uno buscar la forma de hacer efectiva su participación y aporte.

En síntesis, se trata de un principio viejo y sabio: no hacer a otros o con otros lo que no nos gustaría que nos hicieran. Esto queda manifestado en reglas concretas, normas indispensables para cumplir los principios que anteceden.

IV. Abracemos estas reglas

1. Utilice fuentes de energía alternativa, no pavimente, ni ilumine espacios públicos o jardines de manera que contaminen visualmente.

2. No corte ni queme árboles o plantas nativas. Tenga en cuenta que los "matorrales" son boldos, quillayes, quebrachos, litres o molles. No corte bosquecillos para hacer cercos o jardines. Evite los alambres de púa y sustitúyalos por cercos más amables.

3. Si planta árboles, privilegie los nativos. No use árboles que, por su altura natural, puedan llegar a impedir o trabar la vista a sus vecinos, ni construya a una altura que cause este efecto.

4. No se apropie de los cactus y plantas de los espacios comunes para replantarlos en su casa. Se van a secar, y además, no nos pertenecen: son de Tunquén.

5. No haga movimientos de terreno que alteren significativamente el paisaje natural.

6. No haga ruidos molestos, especialmente durante las horas tradicionalmente destinadas al descanso.

7. Si contrata trabajos con maquinaria pesada o ruidosa, no lo haga en días festivos ni en fines de semana.

8. Si usa generador, colóquelo en una caseta aislada con puerta cerrada y escape de gases. Utilice silenciador.

9. No bote basura en lugares inapropiados; recoja la que encuentre y deposítela adecuadamente. No abuse botando escombros en los lugares de recolección de basura.

10. Camine, trate de no usar el auto. No circule en ningún tipo de vehículo a más de 30 Km/hr. Respete a peatones, ciclistas y mascotas.

11. No deje mascotas o guardianes sueltos, menos aun si son agresivos. Manténgalos vacunados. No permita que se bañen en aguas de uso público, detenidas o semidetenidas.

12. Al construir su pozo séptico, evite contaminar la napa de agua de los vecinos. Compruebe periódicamente el estado su pozo.

13. No abuse de las aguas subterráneas durante los períodos secos.

14. No intervenga los espacios comunes sin acuerdo de la Junta de Vecinos. No construya “lomos de toro” sin permiso. Si ya los instaló, ojalá los rebaje adecuadamente y los avise con un cartel o piedras pintadas para evitar molestias a los vecinos.

15. No intervenga los cursos naturales de agua. Ello genera inundaciones inevitablemente. Si lo hace, entube adecuadamente.

16. Las motos no son bienvenidas. Contaminan con ruido, y en la playa destruyen la vegetación y ahuyentan las aves y otros animales. No circule en vehículos motorizados por las playas.

17. No instale negocios o actividades comerciales en su sitio.

18. Contribuya con los gastos comunes. Sea solidario.

Gracias por tu colaboración, que nos ayuda y te ayuda.



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